Sin embargo, y pese a la pluralidad de las técnicas y los medios empleados por este creador, el nombre de Pepe Buitrago (Tomelloso, Ciudad Real, 1954) ha de relacionarse con una práctica poco explotada por los artistas españoles contemporáneos: la holografía. El término holografía procede de dos vocablos de origen griego, “holo” (todo), y “grafía” (escritura). Holografía vendría a significar, de acuerdo a esta etimología, una suerte de “escritura del todo”, o bien “donde se ha escrito o escribe todo”. En realidad, como ocurre, por lo general, con los fenómenos del lenguaje, esta definición sólo puede ser tomada en consideración en un sentido metafórico o figurado. El procedimiento holográfico es una derivación de las técnicas fotográficas, particularmente próximo al fotograma, con la salvedad fundamental de precisar para su realización de luz láser. Sobre el material emulsionado se revelarán las interferencias entre ésta y la luz y un objeto, objeto que será el elemento que la holografía muestre con el conocido efecto tridimensional. Un elemento que ha interferido la luz por varias vías, no una única, tal y como ocurre en el fotograma y el revelado fotográfico tradicional.
En la poética de Pepe Buitrago se afirma su posición en el mundo que pasa por la denuncia, a través de los cauces de un arte frágil, de los mecanismos opresivos que conducen al ser humano a su alienación. Existe en su dilatada trayectoria un objeto de representación predilecto: el ser humano. El ser humano en conflicto consigo mismo y con el otro, en una estrategia discursiva que remite a la incomunicación, al aislamiento o la pérdida de la individualidad, de la subjetividad, como una condena en el imperio del consumo, narcotizante del dolor. Si la obra de Buitrago constituye una suerte de espejo en el que se apela a la reflexión del espectador a través de su sensibilidad, en los últimos años, ha desarrollado entre sus diferentes temas un asunto que conduce casi abismalmente a una consideración sobre la evitabilidad de este exilio del ser humano respecto de sí mismo. Para ello, ha empleado una asentada tradición escultórica y arquitectónica, la representación de cuerpos humanos, tanto masculinos (atlantes), como femeninos (cariátides) como pilares de edificios. Como parte de varias instalaciones, Buitrago ha introducido en sus hologramas sendos frisos de atlantes que de modo explícito sugieren que se encuentran sustentando los elementos que se hallan sobre ellos. Así, por ejemplo, ocurre en una estructura casi arquitectónica, Sostenible-Insostenible (2006, instalación, 20 hologramas, 200 x 200 cm). En este trabajo, un friso de hologramas con el tema de los atlantes parece atravesar distintos paneles de madera que se cierran formando un habitáculo no practicable, pero cuyo interior puede observarse a través de los hologramas. La estructura, de naturaleza opresiva, remite a una reflexión sobre las figuras mismas que se representan: hombres que sustentan el mismo orden que les comprime, constriñe y encarcela.
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